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invernadero en

el jardín de monforte

Cuando empezamos este proyecto, comenzamos con miedo...nunca nos habíamos visto en la situación de proyectar algo distinto, algo sin 2 cuartos de baño, una cocina, salón-comedor, 3 dormitorios... Poco a poco fuimos trazando líneas...bueno en nuestro caso distribuyendo nuestros hexágonos a lo largo del emplazamiento, intentando respetar al máximo lo existente. Gracias a la referencia tomada del Pabellón de Bruselas de Corrales y Molezún nos sentíamos seguras, apoyadas por un proyecto ya construido, materializado, que nos iba dando pistas de cómo resolver nuestros pequeños encuentros. Al final dimos con la localización idónea y esta fue, ahí junto al muro apoyándonos en él y respetando el trazado orgánico propio de la zona del jardín donde nos encontrábamos. Gracias a la forma hexagonal de nuestra estructura pudimos jugar con flexibilidad a disponerla en 3 direcciones y con ello llegar a una planta para nada monótona. Uno de los aspectos que nos llamo la atención en las visitas a los invernaderos, fue que siempre se trataba de el mismo recorrido, una entrada, una salida y ninguna variación en su interior ¿Por qué siempre son iguales? esa pregunta fue la primera que se nos paso por la cabeza a mi compañera, Mónica y a mí. Para intentar lidiar con esta pregunta quisimos crear un recorrido diferente, un recorrido de subidas y bajadas, de diferentes alturas y puntos de vista, un recorrido que te invitara también al descanso, a poder permanecer en el interior sin interrumpir el paso, en definitiva un paseo para disfrutar de la vegetación y no simplemente para atravesarlo.

Para resolver la cubierta optamos por policarbonato opaco, con él conseguíamos la protección solar necesaria para el interior del invernadero. Dicha cubierta se sostiene gracias a la carpintería perimetral que se macla con la estructura. La estructura está compuesta por un perfil en T y una guía angular que dota a los paneles del ángulo necesario para poder tener una inclinación del 15% hacia el eje del hexágono. La estructura trabaja como un paraguas invertido que sirve para recoger las aguas de lluvia, para su posterior uso como riego. La canalización de él se distribuye a lo largo del muro perimetral abasteciendo a todas las zonas de vegetación del agua necesaria. El cerramiento está compuesto por vidrios de 1x3 m, la mayoría de ellos fijos pero los que descansan en el muro y otro con la misma dirección se convierten en abatibles, gracias a un sistema de cremallera radial para que el invernadero ventile en su dirección transversal. La zona de maquinaria se alberga enterrada bajo el mirador, el acceso a la misma se realiza a través de una reja que sirve también para la ventilación. 

Hemos proyectado un invernadero de exposición, un invernadero para el disfrute del recorrido interior, un lugar para observar la vegetación, pero sin perder de vista el jardín que nos rodea, en definitiva, un pequeño respiro dentro de la ciudad que nos aporta la paz y tranquilidad que detrás del muro desaparece.

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